Algo de Nosotras

Blog de alumnas de 5to año "A" del IPEM Nº 89 "Paula Albarracìn"

miércoles, 1 de diciembre de 2010

ENTREVISTA A JUAN PABLO CASTEL

-Juan Pablo Castel es el protagonista del libro “El Túnel”, escrito por Ernesto Sabato, en el que se relata los hechos  del asesinato de María Iribarne.

Entrevistadora: - Buenos días, Juan Pablo.
Juan Pablo: - Buenos días.
E: - ¿Por qué decidió relatar su crimen?
J.P: - Conozco muy bien el alma humana para prever que pensarán, pues, publico esta historia sólo por orgullo o soberbia.
Además tenía ganas, tengo la esperanza de que aunque sea una sola persona pueda entenderme.
E:- ¿Y no le interesa lo que piense la gente o familiares de ella al hacer público esto?
J.P:- En realidad, me importa un bledo lo que piense la gente, si no quieren o no les gusta pueden perfectamente dejar de leerlo.
E:-  ¿Cuándo conoció a María Iribarne Hunter? ¿Dónde lo hizo?
J.P:-  La conocí en el año 1946. Soy pintor y ese año estaba en el Salón Primavera presentando un cuadro que se llamaba Maternidad.
E: - Si bien estabas presentando tu cuadro, muchas personas deben haber estado ahí. ¿Por qué se fijó en ella?
J.P: - En mi cuadro, arriba, a la izquierda, pinte una ventanita, era una escena pequeña y remota, era una playa solitaria y una mujer que miraba hacia el mar a la espera de algo, la escena sugería una soledad ansiosa y absoluta. Ninguna persona se fijó en ella, lo tomaban como algo secundario pero una sola persona pudo comprender que esa escena constituía algo esencial, esta persona fue María, la observé todo el tiempo con ansiedad y mientras la miraba tenía la certeza de que estaba aislada del mundo entero.
E:- El día que la conoció, ¿habló con ella?
J.P:- No, solamente la observé. Verás, no soy un tipo que puede relacionarse tan fácilmente con otra persona, soy muy tímido.
E: - ¿Por eso le costó tanto hablar con ella?
J.P: - Sí, pase meses imaginando como iba a ser nuestro próximo encuentro, planeándolo, no se como comenzar una conversación, se me hace muy difícil, hasta llegué a pensar que me iba a hablar primero ella.
E:- ¿Se la volvió a encontrar?
J.P:- Sí, una vez la vi caminando por una vereda, comencé a perseguirla y entró a una compañía, yo también entre y le hice una pregunta y me respondió con sencillez. Cuando me miró se sonrojo, pensé que me había reconocido, le pregunté sobre la ventanita y ella después de unos instante me dijo que la recordaba constantemente, al decirlo noté que se arrepintió y comenzó a correr. La perseguí, pero después me di cuenta de que era ridículo. Me quedé contento con lo que me dijo, quería decir que se acordaba de mí tal como yo de ella.
E:- Después de ese encuentro, ¿la volvió a ver?
J.P: Había llegado a varias conclusiones, como que trabajaba en ese edificio o estaría haciendo algún trámite, pero me equivoqué.
E:- ¿Eso quiere decir que no la vio más?
J.P:- No, si la vi saliendo de la boca de un subterráneo, la agarré del brazo y la lleve hasta la Plaza San Martín, hablamos, le dije que la necesitaba; ella respondió  que no era nadie en comparación mía y me preguntó para que la iba a necesitar a ella y era una buena pregunta, porque yo todavía no lo sabía.

E:-¿Qué sintió en ese momento?
J.P:- Supe que ella pensaba igual que yo, mejor dicho, sentía como yo. Teníamos una desesperanza que nos unía, sentí que era un ser semejante a mí, que era una persona frágil en medio de un mundo cruel, lleno de fealdad, mentira, miseria, falsedad.
E:- ¿Cómo era la apariencia de María?
J.P: Su rostro era hermoso pero tenía una mirada dura. El pelo era largo y castaño, sin canas. Físicamente, no aparentaba más de veintiséis años, pero tenía algo que sugería edad.
E:- ¿Sabías cual era el estado civil de María al conocerla?
J.P:- Al principio, no. Cuando me enteré de que era casada me sorprendí, ya que fue de una manera inesperada, de golpe, y lo peor es que su marido, Allende, me tenía que entregar una carta de María la cual decía Yo también pienso en usted. En ese momento me sentí como un monstruo, le mentí, me burle de su  ceguedad, ya que él ignoraba lo que decía la carta. Fue un momento en el que mejor no habría querido presenciarlo.
E:-  ¿En qué lugares solían darse sus encuentros?
J.P:-Y son varios. La Recoleta, la Avenida Centenario, la Plaza Francia, Puerto Nuevo, la Plaza San Martin, etcétera.
E:-  ¿Se querían de verdad?  ¿Realmente había amor?
J.P:-Es difícil de explicar. Yo tenía dudas sobre su amor, siempre sentía que faltaba algo. Las ideas nunca me terminaban de cerrar. Desgraciadamente, yo me había entregado completamente a ella.
E:- ¿Tenían problemas en su relación?
J.P:- ¿A qué tipo de problemas se refiere?
E:- Violencia, discusiones, diferentes puntos de vista.
J.P:- Sí, sucede en todas las parejas,  yo creo. Las discusiones eran bastante frecuentes, siempre había un tema para discutir, como, por ejemplo: porque seguía con su marido; si realmente lo quería; que relación tenía exactamente con su primo, Hunter, que la llevaba a visitar constantemente su estancia. (Piensa un momento) Sí, no va al caso que  oculte que había violencia física y verbal.
E:- Discúlpeme que lo interrumpa, ¿usted solía pegarle?
J.P:- Ella me hacía dudar de muchas cosas. No me hacía sentir completamente seguro, lo que traía alguna que otra agarrada fuerte de brazos, pero nunca le pegué brutalmente.
E:- Cuando la agredías verbalmente, ¿eran por los mismos motivos?
J.P:- En general, sí. Un día la discusión fue más violenta que la de costumbre y llegué a gritarle: “puta”. Se enojó muchísimo y me sentí culpable de haberla descalificado tanto así como mujer.  (Se muestra frustrado).
E:- Ya nos estuvo comentando algo de tu personalidad. ¿Hay algo más que nos pueda contar sobre usted?
J.P:- Siempre he sido soberbio, torpe, cruel, dramático, catastrófico, antipático y, bueno (piensa), si puedo decirlo, la humanidad siempre me resultó detestable (ríe). Parte de mis cualidades cambiaron con la llegada de María a mi vida, como también otras tantas, se acentuaron.
E:- ¿Qué fue lo que le impulsó a asesinarla?
J.P: - Varios factores me condujeron a esa decisión. Podría comenzar nombrando las dudas que me generaba su amor; la relación que tenía con su marido; sus prolongadas ausencias; sus actitudes tan sospechosas; esa extraña relación con su primo, la cual termine por descifrar el día en que la maté. Llegué a dudar de cada instante que pasaba a su lado, a tal punto de perder la cabeza, el dominio sobre mi cuerpo y mi lógica, de sacar mis propias hipótesis. Simplemente, enloquecí.
E:- ¿Cómo fueron los momentos antes del asesinato?
J.P: -Nosotros en esa tarde, nos íbamos a encontrar, supuestamente se volvería de la estancia para hablar conmigo. Esto no sucedió, nunca nos encontramos porque ella volvió a la estancia, sin aviso previo. Enloquecí, busqué un cuchillo, pedí el auto a un amigo, estaba muy alterado. En cuatro horas llegué a la estancia, me escondí en un lugar donde podía visualizar las entradas y salidas, el tiempo se me hizo interminable. De pronto aparecieron bajando por la escalinata agarrados de la mano. Me sentí frustrado. Ella sabía que yo la necesitaba, ella lo sabía, y sin embargo estaba contenta,  como si nada hubiera pasado.
E:- ¿Cómo reaccionó ante esta situación?
J.P: - Esperé en medio de la tormenta y el viento. Entraron a la casa pude ver que solamente se encendió la luz del dormitorio de Hunter, me sentí desolado. Al cabo de unos momentos se encendió la luz del dormitorio de María.
E:- ¿Qué hizo en ese momento?
J.P:- Lo recuerdo como si fuera una pesadilla, comencé a caminar lidiando con la tormenta, me metí en la casa. Luego, caminé hasta encontrar su puerta, empuñe el cuchillo y abrí la puerta.
E:- ¿Y que sucedió? ¿Cruzaron palabras?
J.P:-  Sí. Me pregunto que estaba haciendo, a lo que respondí, “tengo que matarte María”, me has dejado solo.
Y bueno, llorando, le clavé el cuchillo en el pecho. (Se  conmociona y toma un momento). Ella apretó las mandíbulas, y cerró los ojos, y cuando yo saqué el cuchillo empapado de sangre, los abrió con esfuerzo y me miró con una mirada dolorosa y humilde, recobré fuerzas pensando en todo lo sucedido, en mi conclusión de que era una prostituta, en todo lo que me hizo y volví a clavar el cuchillo, una y otra vez, en su vientre y en su pecho.
E:- ¿Qué hiciste después de asesinarla tan fríamente?
J.P:- Volví a Buenos Aires, llamé a Allende, nos encontramos, le dije que Hunter era el amante de María, y que la había matado. Él me quiso matar a mí por lo sucedido, pero se termina suicidando porque no soportó la noticia.
E:- ¿Pasó mucho tiempo hasta que la policía lo atrapó?
J.P:- En realidad, me entregué, eran las seis de la tarde más o menos.
E:- Después del asesinato, ¿Qué sintió?
J.P:- Los días que precedieron a la muerte de ella, fueron los peores que viví. Sigo viviendo en un infierno, en un túnel oscuro y solitario,  que cada día se hace peor, cada vez me encierra más.
E:- Ya terminando la entrevista, me parece que no hay nada de agregar, ya que eres muy justificativo, ¿algo para decir?
J.P:- Me parece que ya esta todo dicho, bastará con decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor, que mató a María Iribarne.
 

                                                                            
                                                 Ernesto Sábato, escritor argentino.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Revisar las preguntas. El tratamiento al entrevistado es de "usted", y en algunas ocasiones, se cuela algún verbo en "vos".